Mirar desde arriba aquello que un día amé. Me sé de memoria cada uno de tus lunares (de tanto recorrerlos a caricias con la yema de mis dedos). Y ellos, devolviéndome el favor, me alertan del insondable abismo entre tu alma y la mía (horadada de tanto dolor). Me da vértigo asomarme a tu espalda, porque todavia no he aprendido a calcular distancias cuando te acercas a mí. Y es que ya no soy capaz de recordar tu olor, o el sonido de tu voz. Pero todavía te siento perdido, sonriendo entre las sábanas de mi cama.
Foto: Decoratrix
1 comentario:
A veces es el recuerdo de lo que sentimos el que queda cuando ya no queda nada...
Un beso!
Publicar un comentario