¿Y cómo huir cuando no quedan islas para naufragar?

sábado, 18 de enero de 2014

Me dueles más que el amor.





Podríamos estar empapándonos de mentiras bajo una lluvia de las que no mojan, pero calan. Como tú y como yo. Y sin embargo yo no acaricio una piel para dormirme ni busco un abrazo al despertar. Soy de las que prefieren dejar huella a despertarme a tu lado a la mañana siguiente y tomar el desayuno entre miradas, porque dicen que eso de despertarse y desayunarse está muy bien, pero yo siempre he sido más de no arriesgar. Ya sabes, de esas que buscan el amor rápido, fácil y eficaz, que te ofrece un polvo rápido de sentimientos fríos y cuerpos calientes. Dejando que fluyese la vida como acostumbraban a hacerlo las lágrimas por mis mejillas. Y aunque eso nunca te lo he contado, era mucho mejor que imaginar que amanecíamos juntos. 
Tienes una forma tan extraña de entender la vida, que a mí ya sólo me sale sonreirte y abrazarte como si compartiese tu visión. Pero es que tu nudo en la garganta hace mucho que dejó de tener mi nombre...y el mío en el estómago nunca te perteneció. Y vaya, si eso no es vivirla bien, algo debo estar haciendo muy mal. 

Sé que los cafés en buena compañía saben mejor, y las palabras al oído suenan mucho más bonitas que las que me empeño en escribir(te), pero todo eso requiere de cierto valor que yo ya no tengo -o alguien me robó-, y joder, cómo cuesta encontrarlo aunque fuese sólo para un momento. Podríamos negociar el alquiler de sentimientos, pagando al mes y por adelantado. Pero prométeme que devuelven la fianza si no funciona, que ya sabes que siempre fui muy desconfiada.
Podríamos quizá querernos simplemente una noche más, sin entendernos. Como acostumbrábamos a hacer antaño. Antes de partirnos el corazón y llegarnos hasta el alma. ¿Recuerdas? Una buena época esa en la que reírse no era obligación y dormías en mis pulmones cada vez que te respiraba con ganas. 

Pero ahora dormimos y vivimos separados, como esas personas que se quisieron tanto que no se atreven a volver a sentirlo. Como dos idiotas heridos de muerte en el corazón. 

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