Abrazaré la luna.

Dejándola entre los dedos de mis manos.  Querré hacerlo con tanta fuerza que estoy segura, se escapará un grito ahogado que tan sólo yo podré oir ( o quizá también ese gato solitario que vaga por las calles sin rumbo fijo ). Esta noche me pondré mis zapatos de tacón, y me pintaré los labios y las uñas de un rojo intenso, tú sabes que me gusta asociar a los colores un cierto significado.

Rojo, ira. Rojo, fuego. Rojo desenfreno. Rojo, seguridad. Rojo, pasión.

Aunque por unas cosas o por otras, este último haya cambiado de significado repentinamente. Algo así como negro miedo, sobre todo. Pasaré las horas muertas sentada frente al espejo, asociando el color de mis sentimientos. O quizá simplemente mire por la ventana, imaginando el placer que provoca en mí que las gotas caigan sobre mi pelo. Susurraré al viento que tengo ganas de día, a ver si con un poco de suerte, hoy amanece más temprano. Y dejaré mis miedos a un lado, esperando encontrar en el próximo semáforo un rojo pasión olvidado.