Volverá.

Dijo que lo haría. Miserable gusano embustero. Siempre con mentiras, nunca cambiará aunque lo repita hasta la saciedad. Ella, obtendrá lo que durante tanto tiempo ha deseado. Sin pensar, ni un minuto, en el sufrimiento ajeno. Siempre esquivando el dolor, mirando hacia otro lado.

Su amante le complace entre sábanas impolutas, mientras ella le regala los besos que él necesita - o eso suele decirle cada mañana - para poder continuar con esta dura vida.

Nunca había querido que las cosas fueran así, pero amaba esta  historia de tres. Amaba a las dos.

María ( su mujer ), tan perfecta y a la vez tan sencilla. Llena de ilusiones que él nunca podrá cumplir. Cada mañana toma su café religiosamente y se pinta las uñas de colores poco llamativos ( nunca le ha gustado ir demasiado pintada ) pero él nunca ha creido que le hiciese falta esa superficialidad.

Y al otro lado del cristal, ella, su amante. Esa mujer fuerte y segura de sí misma. Que le roba caricias entre lágrimas de culpa. Consigue arrancar de sus pensamientos esa rabia y malestar que diariamente le atormentan. Con ella, no conoce la vergüenza. Se siente bien. Es él mismo, sin fingir...